martes, agosto 21, 2007

Cuestión de tipos de sangre

Luego de que le dejaran ir este martes, el apoyador de las Águilas de Philadelphia Jeremiah Trotter dijo que si le cortaran las venas, seguramente sangraría verde, algo que habla de su cariño por el equipo que por diez temporadas le dio la oportunidad de hacer lo que más le gusta en la vida, jugar futbol americano.

Y hoy ese equipo decide darle las gracias, luego de tanta entrega, de tanta pasión y porque no decirlo de tanto pagarle.

La recompensa para Trotter por unos estupendos años con las Águilas ya está en su cuenta bancaria pero también está en su corazón, mismo que tendría que ser igual de verde para que el fluido vital fuera de ese color.

Cuando escuché esas palabras de Trotter, uno de los jugadores más violentos de la NFL, uno de esos que dan miedo nada más de ver si físico y su capacidad de golpeo, no quedó mas que reconocer que finalmente estos hombres de acero, son simplemente seres humanos que se encariñan, que disfrutan y que envejecen.

Pero ese nivel de amor por un equipo siempre viene de manera recíproca. Los aficionados de Philadelphia extrañarán a uno de sus consentidos, sus compañeros ya no tendrán en él la motivación, el liderazgo que solo la veteranía permite ofrecer. Y hasta el coach Andy Reid aseguró que descargar la noticia en Trotter fue más emotivo de lo que se podía esperar.

Entonces cuando vemos a estos jugadores llegar al final de su carrera, con tantas muestras de amor por el juego, por sus equipos, por sus años de gloria, no queda más que voltear hacia atrás. Hace solo un día, un señor llamado Michael Vick se sigue haciendo famoso en la NFL y no precisamente con sus carreras saliendo de la bolsa de protección.

Trotter y Vick tenían y digo tenían, tiempo pasado, algo en común, la admiración por parte de todos los amantes del futbol americano profesional. Sería verdaderamente ridículo no enamorarse de sus estilos de juego, de verlos dominar desde sus posiciones en el campo de juego.
Pero lo que claramente viene a mi mente es el amor que los jugadores tenían por el juego, el respeto para quienes les pagan sus sueldos y el orgullo que debe sentirse ser de la elite mundial que viste a la mejor liga profesional de los Estados Unidos.

En realidad no creo que Vick hoy se haya merecido ese honor. Siendo uno de los talentos más espectaculares que se han visto colocarse un casco de “tocho”, con mentiras ha mostrado que estaba muy lejos de amar su profesión, esa que le dio la oportunidad de tener todo el dinero, toda la fama.

Mientras Trotter es de sangre verde, Vick es de sangre roja y no precisamente de los Halcones de Atlanta sino de todos los perros que tuvo a bien matar en su hoy afamado negocio.

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